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Dice el Señor en el Evangelio que cuando se acerque el Fin de los Tiempos, la caridad se enfriará en muchos, debido al mal que abundará en el mundo. ¿Y no es esto lo que está pasando actualmente, que debido a la delincuencia y maldad, la gente, muchos, cierran las puertas de su casa al peregrino que busca alojamiento, al pobre que busca una limosna, y así, en general, se enfrían los corazones de los hombres volviéndose duros, o al menos miedosos, y ya no se socorre a los que tienen necesidad de ser socorridos?
Pero Jesús nos dice que en “muchos” se enfriará la caridad, no en todos. Ojalá nosotros no estemos en el número de los que se nos helará el corazón, sino que siempre tengamos valentía y coraje para ayudar a todo el que se nos presente a la puerta. Es cierto que podemos ser robados, asaltados, hasta asesinados por aquellos a los que queríamos socorrer pero que en realidad eran ladrones y homicidas. ¡Es cierto! Pero ¿qué perderemos, además de los bienes terrenos y la vida material? Nada más. Y además seremos contados entre los mártires, porque por tratar de hacer un bien al hermano, hemos sido asesinados o ultrajados. ¿Y qué diferencia hay entre un San Lorenzo mártir y nosotros, que morimos o sufrimos de esa manera? Ninguna diferencia, porque ambos morimos o sufrimos por Dios y por los hermanos.
Tenemos que pensar más en el Cielo, y debemos creer que si somos buenos, el Señor sabrá ayudarnos y protegernos de los ladrones y asesinos, con sus ángeles santos, y si debiéramos morir, tendremos una muerte gloriosa que nos prepara una eternidad de felicidad sin fin.
Jesús, en Vos confío.
La caridad se enfriará.
Dice el Señor en el Evangelio que cuando se acerque el Fin de los Tiempos, la caridad se enfriará en muchos, debido al mal que abundará en el mundo. ¿Y no es esto lo que está pasando actualmente, que debido a la delincuencia y maldad, la gente, muchos, cierran las puertas de su casa al peregrino que busca alojamiento, al pobre que busca una limosna, y así, en general, se enfrían los corazones de los hombres volviéndose duros, o al menos miedosos, y ya no se socorre a los que tienen necesidad de ser socorridos?
Pero Jesús nos dice que en “muchos” se enfriará la caridad, no en todos. Ojalá nosotros no estemos en el número de los que se nos helará el corazón, sino que siempre tengamos valentía y coraje para ayudar a todo el que se nos presente a la puerta. Es cierto que podemos ser robados, asaltados, hasta asesinados por aquellos a los que queríamos socorrer pero que en realidad eran ladrones y homicidas. ¡Es cierto! Pero ¿qué perderemos, además de los bienes terrenos y la vida material? Nada más. Y además seremos contados entre los mártires, porque por tratar de hacer un bien al hermano, hemos sido asesinados o ultrajados. ¿Y qué diferencia hay entre un San Lorenzo mártir y nosotros, que morimos o sufrimos de esa manera? Ninguna diferencia, porque ambos morimos o sufrimos por Dios y por los hermanos.
Tenemos que pensar más en el Cielo, y debemos creer que si somos buenos, el Señor sabrá ayudarnos y protegernos de los ladrones y asesinos, con sus ángeles santos, y si debiéramos morir, tendremos una muerte gloriosa que nos prepara una eternidad de felicidad sin fin.
Jesús, en Vos confío.
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