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TRIDUO A NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
SEGUNDO DIA
Hecha la señal de la Santa Cruz, se reza la siguiente invocación:
Madre mía amantísima de Guadalupe; hacia ti dirijo mi humilde súplica en este día, pidiéndote por intercesión de tu “hijo pequeñito” Juan Diego, que terminen las penas y calamidades que sobre el mundo entero han llegado. Madre mía, óyeme: Madre mía, escúchame; Madre mía, atiéndeme y concédeme la gracia y el bienestar para los míos y el perdón de nuestras culpas. Te lo pido por el amor que demostraste a tu humilde siervo Juan Diego, al nombrarlo tu embajador. Amén.
Invocación para todos los días.
Madre mía dulcísimo de Guadalupe. Heme aquí en tu presencia imploro humildemente tu protección poderosa, tu clemencia maternal y tu intercesión, siempre consoladora y eficaz. Pobre en este valle de dolor, de miseria y de lágrimas, ¿a quién sino a ti, he de acudir en mis necesidades y tristezas?
Escucha, pues, mis ruegos e intercede por mi para que tu Hijo Divino Jesucristo, fruto bendito de tu vientre, por la pureza inmaculada de tu corazón, por la excelencia de tus méritos, y por la fidelidad de tu siervo Juan Diego, se digne concederme la gracia que pido en este Triduo si ha de ser para gloria mayor de tu mismo Hijo Jesucristo y la salvación eterna de mi alma. Amén.
Oración
Santísima Virgen de Guadalupe, reina soberana y Madre tiernísima de los mexicanos: vengo a postrarme de hinojos a tus plantas, con el respeto y sumisión de un fiel vasallo hacia su Reina, pleno mi corazón de amor y confianza, pues, eres también mi Madre amorosísima. Vengo a recordarte la duchísima promesa hecha a tu fiel mensajero Juan Diego, de que “lo afamarías y sublimarías” en recompensa de lo que por ti hiciera, para que se cumpliera tu deseo de asentar aquí tu trono de misericordia, Madre mía, te ruego con todo el fervor de mi alma que te dignes realizar dicha promesa.
Con esta gracia que te pido, se habrá afianzado para nunca más romperse, el lazo de amor y gratitud que hacia ti nos liga. Se habrá colmado el anhelo de tu Nación privilegiada y principiará para ella la era verdadera de ardiente Fe, de prosperidad material bajo la égida y de una inquebrantable unión de todos los nacidos en este suelo santificado por tus benditas plantas.
Te pido también, Santísima Madre mía, que te muevan de compasión mis pesares, que remedies mis necesidades, me acojas amorosa bajo tu manto y bendigas mi hogar y a los que en él moramos. Te lo pido por los méritos de tu siervo Juan Diego, a quien nombre mi intercesor delante de ti. Amén.
Jaculatorias en memoria de las cuatro apariciones:
Madre Nuestra, Santa María de Guadalupe, sálvanos. Dios te salve María.
Reina Nuestra, Santa María de Guadalupe, sálvanos. Dios te salve María.
Abogada Nuestra, Santa María de Guadalupe, sálvanos. Dios te salve María, Vida, dulzura y esperanza nuestra. Santa María de Guadalupe, Sálvanos. Ave María.
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