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Ana Catalina Emmerich - La pasión de Cristo

Hace muy pocos días, tras una actividad de orden extremo de la biblioteca de mi mamá, hice una selección de libros que, a mi juicio, requerían principal atención, como para dejarlos en lugares inaccesibles. Entre ellos, encontré los libros de fe, que la Iglesia recomienda leer, como algunas apariciones de la Virgen María, la vida de algunos santos, el santoral, entre otros.

Entre esa búsqueda, note que el espacio de la biblioteca era bastante insuficiente, por lo que debía organizar algunos libros por tamaños y no por temas, pues a primera vista, el estudio se vería muy desordenado. Con este concepto, reorganice de nuevo los libros, teniendo sin embargo, especial atención en dejar los libros "especiales" en un lugar privilegiado.

Entre los libros que iba seleccionando, encontré uno que no me inspiro curiosidad en leer, se llamaba “Visiones y revelaciones de Ana catalina Emmerich”. Sin ningún antecedente en el título, de ser una persona de la Iglesia, lo omití y posiblemente lo hubiera regalado como hice con algunos otros que consideraba contrarios a las enseñanzas de la Iglesia, sin leer ni siquiera la introducción por supuesto.

Lo ubique entonces en la zona de matemáticas e informática, pues por el tamaño y color, contribuía en ese lugar, a un ambiente ordenado a la vista.

Pasado algún tiempo, me encontraba en frente al computador, realizando una prueba de videos. Descargaba videos y los editaba en una sección sobre la creación (que hasta ahora no he terminado). En la búsqueda de estos videos que conformarían mi recopilación, con frecuencia encontraba algunos que derramaban de mis ojos algunas lágrimas involuntarias.

Una de las ocasiones de mis reflexiones, me llevo a sentirme bastante consternada frente a la vida. Camine hasta la sala y en oración le dije a Dios que era muy difícil en la vida cotidiana, notar la verdadera misión de El en nosotros. Le hable sin duda de lo mal que me sentía al recordar mi vida y sentir que había perdido el tiempo en mi camino a la salvación.

Una vez tome fuerza de nuevo, tras pedirle a Dios un poco de consuelo, recordé el video que estaba realizando y volví de nuevo al computador. Sentada en aquel momento, volteé a mirar hacia mi izquierda, donde solo había libros, y mis ojos se estrellaron con el libro de Ana Catalina. Lo saque y pensé “bueno, un poco de lectura me distraerá un poco”.

Tome el libro con el solo objetivo de leer algo y lo lleve a mi cuarto. Lo dejé uno o dos días encima de mi mesa y en la noche lo tome para leer. Realmente es muy simpático verme en ese plan de lectura, pues no acostumbro a mantenerme atenta por mi cansancio visual.

Una vez leí las primeras hojas, no podía creer lo que estaba leyendo. Sentí que solo Dios me hubiera inspirado a leer tan bellas letras. Puedo decir que es la lectura más hermosa, después de las escrituras, que he tenido en mis manos. Una vez se empieza es imposible no terminar de leerlo.

Era el tiempo preciso para encontrarme con este libro, estábamos en época de cuaresma y con un poco de vergüenza lo digo, era la primera de mi vida que vivía con tanto tiempo, paciencia, entendimiento y obediencia. Quizá por ello me sentí tan privilegiada de encontrar este libro.

Ana Catalina, satisfizo mi deseo anterior de haber visto con detalles lo que había vivido Jesús en su vida. Es como si Dios, a través de ella, me hubiera concedido tan exagerado deseo de conocimiento cristiano. Sencillamente, las palabras de ella, no eran más que un regalo del mismo Jesús.

La visión de ella sobre la Pasión de Cristo, enmudecía con frecuencia mi boca y hacia palpitar mi corazón con ansiedad de seguir la lectura. Los nudos en la garganta se hacían frecuentes, y solo un poco de reposo me permitía un silencio que en mi oración no encontraba palabras para hablar con Dios. No sabia que decir ante lo que leía.

Termine mi lectura una semana antes de Semana Santa, para mi fue una semana diferente. La vi con más amor y compasión. Mi confesión, parecía simple y entre los comentarios del sacerdote, me parecía creer que el consideraba que no era necesaria mi confesión. Pero yo lloraba como si el pecado mortal consumiera mi vida. Creo que ante las palabras de Ana Catalina (ciertamente Beata de la Iglesia), todo lo que parece “pecado venial” deja de ser así y se vuelve igual de triste que algo gravemente equivocado.

Hasta antes de mi lectura, no había podido hacer vigilia en la oración de Getsemani, pues mi carne era bastante débil y me quedaba dormida. Pero luego de leer un fragmento, que es el único que pondré acá, mi espíritu se apodero de mi fuerza y eran las 3 am y yo quería seguir orando.

Solo puedo decirles que es mi recomendación para todos, aquellos que ya la han leído y aquellos que no, que se dejen llevar por la visión de ella y acompañen a Cristo en su camino al Calvario, pues en el presente Eterno de Dios, la cruz es viva y nuestros pecados aún derraman la Sangre Preciosa.

Que el Señor les de el Espíritu de la Verdad, antes de comenzar la lectura para que puedan apreciar ricamente este misterio.

Eran poco más de las nueve cuando Jesús llegó a Getsemaní con sus discípulos. La luna había salido, y ya iluminaba el cielo, aunque la tierra estaba todavía oscura. Jesús estaba cada vez más triste y advertía a los apóstoles de la proximidad del peligro. Éstos se sentían sobrecogidos yJesús dijo a ocho de los que le acompañaban que se quedasen en Getsemaní, mientras Él iba a rezar. Llevó consigo a Pedro, Juan y Santiago y con ellos entró en el huerto de los Olivos. No hay palabras para describir la pena que oprimía su alma, pues el tiempo de la prueba se acercaba. Juan le preguntó cómo Él, que se había mostrado siempre tan sereno, podía estar tan abatido. «Mi alma tiene una tristeza de muerte», respondió Jesús; y por todos lados veía acercarse la angustia y la tentación como nubes cargadas de terribles prefiguraciones. Entonces, les dijo a los tres apóstoles: «Quedaos aquí, y velad conmigo. Recemos para no caer en la tentación.»

Jesús bajó unos pocos escalones hacia la izquierda, y se ocultó bajo un peñasco, en una gruta de seis pies de profundidad, encima de la cual los apóstoles se acomodaban en una especie de hoyo. El terreno se inclinaba ligeramente y las plantas que habían crecido sobre el peñasco de la gruta formaban una especie de cortina a la entrada, de modo que no podía servisto.

Cuando Jesús dejó a sus discípulos, yo vi a su alrededor un círculo de figuras horrendas que se le acercaban cada vez más. Sintiendo tristeza y la angustia de su alma en aumento, temblando, penetró en la gruta para orar, como un hombre que busca abrigo de la tempestad; pero las horribles visiones lo seguían y eran cada vez más vividas. Aquella estrecha caverna parecía contener el espantoso espectáculo de todos los pecados cometidos desde la caída de Adán hasta el fin del mundo y el castigo a todos ellos destinado. A ese mismo sitio, al monte de los Olivos, habían ido Adán y Eva, tras ser expulsados del Paraíso, y en esta misma gruta habían gemido y llorado.

Sentí como si Jesús, al entregarse a la Divina Justicia en pago de nuestros pecados, de algún modo, retornara al seno de la Santísima Trinidad; así, concentrado todo él en su pura, amante e inocente humanidad, armado sólo de la fuerza de su amor inefable, la sacrificaba a las angustias y los padecimientos.

Postrado en tierra, sumergido en un mar de tristeza, todos los pecados del mundo se le aparecieron bajo infinitas formas en toda su auténtica deformidad; El los tomó todos sobre sí y ofrecióse en su oración a la justicia de su Padre celestial para pagar esa terrible deuda. Pero Satanás, entronizado en medio de todos esos horrores con diabólica alegría, dirigía su furia contra Jesús; y, mostrando ante sus ojos visiones cada vez más espantosas, gritaba a su adorable humanidad: «¿También vas a tomar esto sobre ti?, ¿sufrirás tú su castigo?, ¿estás listo para pagar por todo esto?»” Pag 24.

Les dejo el libro en pdf.Ana Catalina Emmerich - La pasión de Cristo

 

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Comentario

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Comentario de Neli Tedesco el abril 12, 2012 a las 4:40pm

GRACIAS POR COMPARTIR ♥♥♥

Comentario de Guillermo Estrada González el abril 12, 2012 a las 8:44am

¡Que regalo nos has hecho, Dianita!

En los ratos que tenga disponibles, prometo leer el libro, y leerlo en todas las cuaresmas.

Un abrazo, y muchas gracias

 

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