CONSAGRARTE AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA , AQUÍ EN ROSARIO PRO VIDA

[LUIS TOCCACELI]

ACTO DE CONSAGRACION 
AL CORAZON INMACULADO DE MARIA

 Oh Virgen María, poderosísima Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la tierra, de acuerdo con tus deseos, manifestados en Fátima, me consagro hoy a tu Inmaculado Corazón. A ti confío todo lo que tengo, todo lo que soy. Reina sobre mí, amadísima Madre, que sea tuyo en la prosperidad, en la adversidad, en la dicha y en la pena, en salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte. Misericordioso Corazón de María, Reina de las Vírgenes, cuida mi mente y mi corazón y presérvame de la avalancha de la impureza, que lamentaste tan dolorosamente en Fátima. Quiero ser puro como tú. Quiero desagraviar a Dios por los muchos crímenes cometidos contra Jesús y contra ti. Quiero implorar para este país y el mundo entero la paz de Dios en justicia y caridad. Consciente de esta consagración, te prometo esforzarme para imitarte mediante la práctica de las virtudes Cristianas, sin consideración al respeto humano. Resuelvo, cuando me sea posible, recibir la Sagrada Eucaristía el primer sábado de cada mes y ofrecer diariamente cinco décadas del Rosario, con todos los sacrificios en un espíritu de penitencia y reparación. Amen

Yo ___________pecador infiel renuevo y ratifico hoy, en vuestro Corazón, O Madre Inmaculada, las promesas de mi Bautismo; Renuncio para siempre a las seducciones de Satanás y a sus obras, y me entrego por entero a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento todos los días de mi vida, para que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora.

Te elijo hoy, Reina del Santísimo Rosario, en la presencia de la corte celestial, como mi Madre y Reina. Me entrego y consagro a ti, y a tu Inmaculado Corazón, como hijo tuyo y esclavo de amor, mi cuerpo, mi alma, mis bienes interiores y exteriores, el valor mismo de mis buenas obras, pasadas, presentes y futuras, dejándote el pleno derecho de disponer de ellas, de mi y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu beneplácito, para la mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad. Amén.