Dios piensa y, al pensar, crea. Cada hombre es un pensamiento de Dios plasmado en carne. Entonces vivamos porque El pensó en nosotros y seguimos alentando porque Dios no deja de pensar ni un solo instante en el hombre, obra de sus manos, creado "a su imagen y semejanza" fruto de su Amor Divino.
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