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¡MAMÁ, AYÚDAME!

 

Desde que me concebiste y, probablemente, sin que te des cuenta, ya estoy en tu vientre. Allí voy creciendo en silencio y, por supuesto, muy feliz porque un día podré disfrutar de tu presencia y cariño, como también del amor y la sonrisa de mi papá, de mi familia y de muchos amigos y amigas.

 

Con seguridad, mamá, ya te habrás enterado que, en nuestro país y en otros de América Latina y del mundo entero, algunos legisladores y agrupaciones sociales están "luchando" para que se les reconozca el "derecho" de quitarme la vida en tu vientre. Con esta finalidad, se han inventado varios argumentos biológicos, psicológicos, sociales, económicos, legales y hasta religiosos.

 

Algunos quieren matarme, porque dicen que se trata de una "práctica terapéutica", es decir, para salvarte la vida de la muerte. Hablan de complicaciones en tu embarazo y de malformaciones físicas y psíquicas con las que yo podría nacer. De ser así, los niños y las niñas con discapacidades no tendríamos derecho a vivir. Otros desean asesinarme, porque tal vez he sido fruto de una violación. Pero ¿qué hacen con mi padre violador? Después de juzgarlo, por supuesto, debe ser sancionado; pero no es justo que yo pague con mi vida su error. Además mamá, si tú lo aceptaras, sería una nueva violación y la más terrible, porque no solamente profanarían tu cuerpo, sino que arrancarían al hijo/a de tus entrañas.

 

Unos cuantos quieren destruirme diciendo que tú tienes derecho sobre tu cuerpo. Sí, es verdad, tú puedes hacer lo que quieras con él, aunque me gustaría saber qué harías, sin dejar de cuidarlo. Pero "yo" no soy tu cuerpo, mamá; tengo un nuevo código genético, distinto al tuyo y al de papá; a partir del cual se desarrollan todas mis características, como la estatura, el sexo, el color de ojos, la personalidad, el carácter. Soy, por lo tanto, único e irrepetible.

 

Otros pretenden acabar con mi vida afirmando que no he sido deseado, quizás porque fui engendrado en un momento de inconsciencia, de pasión o de soledad. Pero, mamá, por favor, no tengas miedo, no te haré daño, no te complicaré tu vida social y familiar, ni tampoco tus estudios ni tu trabajo. En último caso, si soy un peligro para ti, déjame nacer; y, luego, entrégame en adopción a tantas mamás y papás que están dispuestos a dar su vida por contar con un hijo o una hija en su hogar.

 

Mamá, ayúdame, quiero vivir; no te dejes engañar por tantos argumentos falsos. Las personas que hoy dicen defenderte de mi presencia, como si yo fuera un monstruo, te dejarán sola y quizás morirás de tristeza, de depresión y de angustia; luego, se lavarán las manos diciéndote: "Ese es tu problema, fuiste tú la que decidiste abortar".

 

Mamá, recuerda que soy un prodigio de Dios, que él mismo lo va tejiendo en tu seno porque me ama sin condiciones. (cfr. Sal 139)

 

¡Tú también puedes ser "la voz" de estos seres "sin voz".

 

+Luis Cabrera Herrera, ofm

Arzobispo de Cuenca, Ecuador

08 de julio de 2012

BOLETÍN ELECTRÓNICO DE VIDA HUMANA INTERNACIONAL (VHI)

SECCIÓN HISPANA DE HUMAN LIFE INTERNATIONAL (HLI)

VOL. 18, NO. 12, 11 DE JULIO DEL 2012

http://www.vidahumana.org

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