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NOVENA A LA NATIVIDAD DEL NIÑO JESÚS
Al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor ... ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso? San León Magno,
Nuestro Salvador ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa. Que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en efecto, vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca a la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida San León Magno,
La fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos. San León Magno,
¿Qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor? En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo. San León Magno, |
En el nombre del Padre... Rezar a continuación las siguientes oraciones durante nueve días consecutivos: I. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi salvación y la de todo el mundo, el misterio del Nacimiento de nuestro divino Redentor. Gloria, padrenuestro y avemaría. II. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, los sufrimientos de la Virgen santísima y de san José en aquel largo y penoso viaje de Nazaret a Belén, y las angustias de su corazón por no encontrar lugar donde ponerse a cubierto cuando estaba para nacer el Salvador del mundo. Gloria, padrenuestro y avemaría. III. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, el pesebre donde nació Jesús, el duro heno que le sirvió de cama, el frío que sufrió, los pañales en que fue envuelto, las lágrimas que derramó y sus tiernos gemidos. Gloria, padrenuestro y avemaría. IV. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, el dolor que sufrió el divino niño Jesús en su tierno cuerpecito, cuando se sujetó a la cruel circuncisión; os ofrezco aquella preciosísima sangre, que entonces derramó por primera vez para la salvación de todo el género humano. Gloria, padrenuestro y avemaría. V. Ofrecimiento. Oh Padre eterno, os ofrezco a mayor honra y gloria vuestra, y por mi eterna salvación, la humildad, la mortificación, la paciencia la caridad, y todas las virtudes del niño Jesús, y os doy gracias, os amo y os bendigo infinitamente por este inefable misterio de la Encarnación del Verbo divino.Gloria, padrenuestro y avemaría.
Y en la tierra al hombre paz. Así los Angeles cantan de Belén en el portal.
Que ha nacido vuestro Rey; Envuelto en pobres pañales Sobre paja le veréis.
En el pesebre mi Dios, Porque el mundo está muy frío, Que él viene a darle calor.
Ve a lo lejos una cruz; Por eso temblando llora El pobre Niño Jesús.
y a ratitos San José; De ellos quiero ser esclavo Y ayudárselo a tener. |
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