Mente y corazón en el otroMe encanta su mirada limpia, su pensamiento altruista, las sendas de su rectitud, la atención a todos los problemas que acuciaban la sociedad de ayer y de hoy.
Tan es así que si hubiera tenido a mano un medio potente de comunicación social, hubiera hecho maravillas con sus cualidades innatas y su trabajo de actor, escritor y demás campos en los que se desenvuelve el comunicador actual.
Escribía calendarios con recetas de cocina para las amas de casa, libros de bolsillo, pintureros y amables para los estudiantes; cabriolas y juegos de manos para la chiquillería; catecismo sonriente y serio a la vez, oratorios festivos o de tiempo libre, talleres de formación profesional. Gracias a sus valores tan diversos y ricos, es patrono de la formación profesional, del cine, del ilusionismo y padre y maestro de la juventud.
Solía repetir a menudo a sus chicos y chicas: “Os amo con todo mi corazón, y me basta que seáis aún de tierna edad, para amaros con todo ardor”.
Con su mente clara, brillante, aguda y creativa afirmaba que la Tolerancia no es una cobardía, el Humor bueno, bello e hilarante no es chabacanería y la Delicadeza no es una debilidad.
Y cuando pensaba- desde su corazón de sacerdote- en los chicos de ayer y de hoy, repetía estas frases a padres, educadores y autoridades:
“¿Quieren hacer una cosa buena? Eduquen a la juventud.
¿Quieren hacer una cosa divina? Eduquen a la juventud.
Antes bien, ésta, entre las cosas divinas, es divinísima.”
Como se pueden hacer una idea, D. Bosco no fue un teórico de la educación, tampoco escribió tratados sobre ello; mas bien era práctico, convivía con los jóvenes, los ayudaba, se entretenía con ellos en vez de escribiralgo sobre su sistema.
En alguna ocasión le preguntaron sobre su método. Y respondía así:”¿Mi sistema? Venid a ver cómo procedo”. El sistema de D. Bosco era para ser visto: La Preventividad.
Hoy que tanto se habla de la cuestión social, él se adelantó a su tiempo porque todos los jóvenes que llegaban del campo a Turín, él los acogía, les enseñaba un oficio y les inculcaba la superación del entorno social, dominado por el hambre, la delincuencia y la falta de fe.
En lugar de campañas políticas y de elecciones, él iba derecho a desarrollar las potencialidades de los chicos y chicas, los acogía en albergues y les hacía sentirse importantes, amados y la necesidad de encontrarse con Dios, para descubrir su propia dignidad de cristianos y de que adquiriesen un sentido de su vida.
Educaba en positivo, es decir, haciendo que los jóvenes crecieran desde dentro, venciendo condicionamientos y formalismo exteriores; el arte de ganar el corazón del joven de modo que camine con alegría y satisfacción hacia el bien, corrigiendo desviaciones y preparando el mañana por medio de una sólida formación de su carácter.
Sus prioridades eran estas tres pistas: la ética consistente en la orientación de los valores, la familiar y el énfasis en lo “positivo”.
Y no perdía el tiempo. Su educación ayer y hoy se caracteriza por una fusión entre lo que es el desarrollo humano y el anuncio evangélico cristiano. Su educación, por tanto, está inmersa en la pedagogía, la pastoral y la espiritualidad.
Quiere honrados ciudadanos y buenos cristianos. Esto es todo, nada más y nada menos. ¡Menudo reto para este siglo XXI! Gracias D. Bosco! Fuiste y eres genial.
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