El Aborto Gracias por compartir

[ieda Flavia Analia]

Encíclica "Evangelium vitae" - Juan Pablo II

Vida temporal.

El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana. Un proceso que, inesperada e inmerecidamente, es iluminado por la promesa y renovado por el don de la vida divina, que alcanzará su plena realización en la eternidad (cf. 1 Jn 3, 1-2). Al mismo tiempo, esta llamada sobrenatural subraya precisamente el carácter relativo de la vida terrena del hombre y de la mujer. En verdad, esa no es realidad « última », sino « penúltima »; es realidad sagrada, que se nos confía para que la custodiemos con sentido de responsabilidad y la llevemos a perfección en el amor y en el don de nosotros mismos a Dios y a los hermanos.

 (Encíclica “Evangelium vitae”)

Comentario: 

La vida temporal del hombre, es decir, su vida en este mundo, viene a ser como una semilla que debe morir bajo tierra y brotar en el Cielo. Por eso la vida en la tierra es sagrada, pues lleva en germen la vida eterna a la que todo hombre está llamado.

Así como la semilla debe sembrarse en un momento oportuno según las condiciones climáticas y las estaciones del año, así también Dios ha elegido para cada uno de nosotros un día y una hora para morir, y nadie puede robarle el derecho al Señor de disponer de este momento de la “siembra”.

Quien efectúa el aborto o la eutanasia o comete un asesinato o mata de alguna manera a la persona, se está arrogando el derecho de Dios, y se pone en lugar de Él, cometiendo un pecado gravísimo.

Nadie tiene el derecho de quitar la vida a otro hermano, y mucho menos si éste es inocente e indefenso, y no puede hacer nada para evitar el crimen.

Por eso el aborto es de una gravedad tal que detrás de él no puede estar otro que Satanás, que odia a los hombres, que odia especialmente a los niños, y que si fuera por él, ya hubiera destruido la humanidad, la Tierra y todo el universo, pues él es sólo Odio y nada más que odio.

Quien odia, y por lo tanto mata, está siendo siervo del demonio, ya sea consciente o inconscientemente, porque el diablo es homicida desde el principio.

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