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En la viña, durante la vendimia, el dueño tiene necesidad de muchos jornaleros, a los que sale a buscar: a las seis y a las nueve de la mañana, a mediodía, y a las tres y a las cinco de la tarde.
El dueño es Dios; la viña, su iglesia; los trabajadores, los hombres; las horas, las diversas edades de la vida; lo noche es la muerte; el denario, la eternidad.
La esneñanza es ésta: Dios recocmpensa con la gloria a todos, pero reparte su gracia y sus dones como le place dentro de la justicia, porque son enteramente suyos; y acontece a veces que, los llamados a última hora corresponden mejor y trabajan con más perfecta voluntad, reciben gracias extraorinarias, y son los primeros en la paga.
El jornal prometido es igual para todos, y es que el reino de los cielos no puede dividirse, y su participación es siempre un don libérrimo de la infinita misericordia de Dios. La hora del trabajo es la que es muy incierta. Nadie nos asegura que viviremos a la hora de nona o más tarde. " En la hora en que menos pensemos...". No difieras convertirte al Señor.
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