Palabra de Dios para el domingo. Por David Amado Fenández

[Guillermo Estrada González]

Una de nuestras mayores dificultades es la falta de integración de todas nuestras facultades.Cuando la vida se desgasta en multitud de objetivos y no hay una unidad, experimentamos desilusión y desconcierto. A veces esto proviene de la falta de un objetivo claro, de la necesidad de un ideal al que consagrar nuestro tiempo y energía.Pero no vale cualquiera. Como dice San Agustín: " Nos hiciste, Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti".

En las parábolas de hoy se nos habla del tesoro escondido en el campo y de una perla de gran valor.Santa Teresa del Niño Jesús escribió: " Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar porque está escondido, y el mundo ama lo que brilla". Y señalaba: " Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo".

Cuando buscamos algo que se nos ha perdido, hemos de concentrarnos, no dejar que nos distraigan y en no pocas ocasiones dedicar largo tiempo. Lo mismo sucede cuando intentamos encontrar la solución a un problema: Debermos darle vueltas y volver sobre él una y otra vez,intentando que otras cosas no acaparen nuestra atención. Si la cosa nos parece especialmente importante, todo pasa a un segundo plano.

El tesoro escondido es el mismo Jesús.Quien no se ha encontrado con él, aunque tenga muchas cosas que llenen su corazón, siempre queda insatisfecho y por más que se dedique a enumerarlas una y otra vez, se da cuenta de que hay algo que falta, aunque no sepa de que se trata. Eso es lo que sucede en nuestro corazón cuando no lo ocupa Dios, hay un vacío que nada puede llenar.

Ahora bien, descubrir que Jesucristo es nuestro tesoro conlleva supeditasrlo todo a él. Es lo que parecen indicar las parábolas: Hay que venderlo todo para comprar el campo o la perla fina. Jesucristo es nuestro único bien, es nuestro todo. Esto en la vida práctica conlleva una serie de preguntas: ¿qué es lo que Dios quiere de me?, ¿cuál es su idea sobre mi bien?.

precisamos su luz para descubrir lo que más nencesitamos para corresponder al don de Dios en nuestra vida. Es lo que ilustra la priméra lectura. Cuando Salomón hereda el trono de su padre David, Dios se le aparece en sueños y le dice que le pida lo que quiera. Ese diálogo en sueños revela que Salomón no dejaba de pensar en qué era lo que más necesitaba, es como la respuesta a una oración profunda. Y le pide a Dios lo más importante: La sabiduría para ser un buen rey. La prefiere a cualquier otra cosa, porque si le falta no podrá cumplir con su misión ni dar gloria a Dios.

En el salmo leemos: Mi porción es el Señor. Esto es lo más grande que tenemos cada uno de nosotros, que Dios se ha fijado en nosotros y nos ha amado. Como ha escrito el Papa Francisco: " La alegría del Evangelio llena el coracón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús". En el lo tenemos todo y por él vale la pena dejarlo todo. Para no perder esa alegría, ese tesoro de la salvación, cada día hemos de pedirle que nos ilumine para saber qué debemos hacer para mantenernos en su compañía y servirle con total entrega.

Con él nada tenemos. Como nos dice San Pablo en la segunda lectura: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para bien. Teniéndole a él, nada nos falta, y poniéndonos a su servicio, experimentamos la felicidad de quen ha encontrado un sentido que llena su vida.