María, en la Anunciación, no pide nada a cambio para su persona, sino que lo hace por amor en la libertad y en el despojo de todo incluso de sí misma y por encima de las posibles consecuencias negativas pues era prometida de José. ... Pocas son las palabras que de ella se expresan en el Nuevo Testamento pero, aún así, nos revela y enseña en María una respuesta al amor que Dios derramó sobre ella, con una apertura a la gracia, en actitud de escucha a la revelación divina reconociendo, acogiendo y dejando actuar la Palabra de Dios en su vida, en un profundo gozo y en una total, humilde y gratuita donación de sí misma en el plan de la redención de la humanidad, asumiendo con libertad y responsabilidad pero al mismo tiempo con fe y confianza, la voluntad de Dios.
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