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DEPRESION Y ABORTO
El prestigioso British Medical Journal de enero del 2002 informa de que las mujeres que abortan su primer hijo tienen un riesgo mayor de depresión crónica posterior que las mujeres que llevaron a término su primer embarazo. El estudio se basa en datos obtenidos del estudio nacional sobre jóvenes norteamericanos comenzado en 1979. En 1992 se entrevistó a una muestra de 4.463 mujeres de esa población sobre depresión, embarazos no deseados y resultados de su embarazo. Un total de 421 mujeres habían tenido su primer aborto o parto no deseado entre 1980 y 1992.
Una media de ocho años después de sus abortos, las mujeres casadas tenían 138% más probabilidad de depresión clínica que mujeres similares que habían llevado a término su primer embarazo no deseado. Entre las mujeres que no estaban casadas en 1992, los índices de depresión de alto riesgo no diferían significativamente. Los autores sugieren que la falta de significancia en mujeres solteras puede deberse a las tasas más altas de ocultamiento del aborto entre esta población. En comparación con las medias nacionales, las mujeres solteras de este estudio sólo informaron del 30% de los abortos previsibles, mientras que las mujeres casadas informaron del 74%. Según los autores, esto puede hacer más fiables los resultados de las mujeres casadas. Otra explicación es que las mujeres solteras que están criando a un hijo sin ayuda de un marido sufren significativamente más depresión que las mujeres casadas.
Como la vergüenza, el secretismo, y la represión mental en relación al aborto están todas asociadas con una mayor depresión, ansiedad y hostilidad post-aborto, los autores concluyen que los altos índices de ocultamiento de abortos pasados en esta población (60% en general) tendería a suprimir el efecto completo del aborto en la depresión subsiguiente. El hecho de ocultar el aborto llevaría a clasificar a las mujeres que sufren depresión tras un aborto a ser clasificadas como si hubieran dado a luz. En palabras de David C. Reardon, Ph.D., el autor principal del estudio: "Considerando el alto grado de ocultamiento de abortos pasados, el hecho de que aparezcan diferencias significativas sugiere que estamos viendo la punta del iceberg.”
Reardon, director del Elliot Institute de Springfield, Illinois, afirma que los hallazgos del studio concuerdan con otras investigaciones recientes que muestran un aumento de cuatro a seis veces más riesgo de suicidio y abuso de drogas y alcohol asociados con abortos anteriores. Dice que los resultados también son importantes por ser el primer estudio representativo a nivel nacional que examina índices de depresión muchos años después de un aborto, en esta muestra, una media de unos ocho años después.
Otro aspecto importante de este estudio es que se trata de uno de los pocos estudios que usa pruebas psicológicas pre-embarazo como variable de control. La variable más usada como control para las reacciones emocionales es la evaluación pre-aborto del mismo día del aborto, cuando la mujer está sometida a una gran tensión emocional. Por ello, las pruebas pre-embarazo son mucho más útiles que las de pre-aborto para evaluar el efecto independiente del aborto sobre las reacciones psicológicas a largo plazo.
Preguntado sobre las implicaciones del estudio para los médicos, Reardon responde que: "Recomendamos a los médicos que tengan la costumbre de preguntar sobre el resultado de los embarazos de sus pacientes. La simple pregunta de si ha tenido complicaciones con algún embarazo tal como abortos espontáneos o provocados puede ser suficiente para dar permiso a las mujeres para hablar de asuntos sin resolver referentes a embarazos anteriores. Muchas mujeres pueden agradecer hablar de ello con una persona comprensiva y recibir ayuda psicológica.”
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