Es este perdón, que procede del corazón de Dios, lo que sana el corazón del hombre en sus profundidades. Es él el que, progresivamente, transforma la imagen herida de sí mismo en una imagen positiva del hijo de Dios; transforma la culpabilidad en responsabilidad, en confianza en sí mismo, en los demás y en Dios. Cuando alguien ha tenido la experiencia de este perdón se vuelve a su vez capáz de perdonar. Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, P 183
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