Mes del Sagrado Corazón. Día 2: Solo siendo pequeño hago crecer mi corazón.

[Jorge Ivan Echavarria]

Equivocadamente creemos que el mundo, nuestro entorno o los problemas que nos presenta la sociedad hoy en día, se cambian con grandes acciones o con un trabajo de masas. Con levantar nuestra voz, con hacernos oír. Ya sea de manera pacífica o con las armas o como bien se pueda.

Pero aunque en nuestro mundo hay ejemplos del poder increíble del silencio y del amor, esta comunidad mediática y ruidosa desconoce que el amar no se proclama como un estruendo si no como la brisa suave que apenas se percibe. Pero que si no estuviera se sentiría su ausencia.

En el mes del sagrado corazón entonces muchos con bastante, poca o mediana fe; desempolvamos los archivos de la memoria y recordamos las promesas del sagrado corazón. Entre toda la literatura que acompaña esta devoción encontramos los mensajes que Jesús dicta a una religiosa llamada Sor Josefa Menéndez de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. Rescato en especial uno que nos invita a tener en cuenta cuanto hablamos de Dios, cuanto sacamos pecho de hacer cosas en su nombre, pero cuan poco le amamos, le confiamos nuestro corazón al Corazón de amor infinito.

Jesús nos dice:

“Amor busco, amo a las almas y deseo ser correspondido.  Por eso Mi Corazón está herido, porque encuentro frialdad en vez de amor.  Yo soy todo Amor y no deseo más que amor.  ¡Ah!  Si las almas supieran cómo las espero, lleno de misericordia!  Soy el Amor de los amores…  Tengo sed de que las almas se salven…  ¡Que las almas vengan a Mí!...  ¡Que las almas no tengan miedo de Mí!...  ¡Qué las almas tengan confianza en Mí!”

Y como puedo entonces yo ayudar en la búsqueda que ha emprendido Dios, que ha llevado en efecto con la encarnación de su Hijo, que nos ha mostrado el amor redentor en la cruz, y que se ha quedado presente en nosotros consolándonos y aconsejándonos en el Espíritu Santo. La pregunta es: ¿Cómo se ama a Dios? ¿De qué forma le demuestro mi amor? ¿Cómo yo un hombre de corazón pequeño puede consolar el corazón infinito de Jesús?

Desde el corazón, es decir que toda actividad, tarea que desarrollemos la pasemos primero por nuestro corazón y la hagamos por amor a Dios. Que nos levantemos en la mañana y dediquemos nuestro día en amor a Jesús, que lavar un pocillo, ir por la leche, hablar con nuestros padres, atender en nuestro trabajo a los clientes, acudir al necesitado, caminar, respirar, bañarnos, comer, jugar, bailar todo sea motivo para ofrecer pequeños actos de amor.

Esta es la grandeza del amor de Dios, que un corazón grande se consuelo con las acciones sinceras de un corazón pequeño.

Y tu; ¿Qué va a hacer hoy para amar a Jesús?

Jorge Iván Echavarría. Servir es Reinar.