Has CLICK AQUI para ver la Hora en el Mundo.
Un año que acaba es un año más que hemos vivido y un año menos que nos queda para entrar en la eternidad. Celebramos el tiempo que pasa pero nos olvidamos de celebrar la eternidad que se acerca. Nuestro tiempo tiene la misteriosa peculiaridad de ser un continuo ayer. Existe sólo en ese fugaz instante presente que, mientras lo vivimos, se nos va escapando inexorablemente hacia la nada y el recuerdo. Pero el tiempo de Dios, en el que toda mi vida es un inexplicable ahora, me espera inconmovible más allá de los límites temporales de esta breve y estrecha vida.
Esta vida es demasiado corta y limitada como para que explique por sí sola el sentido de nuestra existencia. ¿Cómo podemos vivir ahogando en los límites de unos pocos años que dura nuestra vida los deseos de infinito que anidan en lo más profundo de nuestro corazón? ¿No ves que tu alma sueña cada día por poseer y gustar lo infinito y lo que no pasa? ¿No ves que, al final, los pocos o muchos años que dura tu vida dejan un poso de insaciable añoranza de algo que no sea tan efímero y pasajero?
El tiempo, mi tiempo, camina imparable hacia el Dios de la eternidad. No dejes que los instantes de tu vida sean momentos de tiempo vacío. Llena tu tiempo y tu vida de esa eternidad de Dios desde la que cobran verdadero relieve y sentido todas las cosas. ¿Qué es un puñado de tiempo al lado de la inmensa eternidad que nos espera? Y, sin embargo, en ese poco de tiempo, en cada uno de los instantes del día, te juegas toda una eternidad. Aviva tu esperanza y tu deseo del cielo, porque Dios fuiste creado. No entierres en vano el talento de esta vida pues tu amo te lo entregó para que diera frutos de vida eterna.
© 2024 Creada por Rosario ProVida. Con tecnología de
¡Tienes que ser miembro de Rosario ProVida para agregar comentarios!
Únete a Rosario ProVida