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Este grupo se formo, por la necesidad de valorar y tributar a Dios el culto que es debido de la Santa Misa. aqui oraremos a Nuestro Sr, Jesus, y a nuestra Madre Maria, para ser dignos y merecedores de la Santa Eucaristia .
Página Web: http://http://parroquiaicm.wordpress.com/2009/03/09/la-santa-misa-testimonio-de-catalina-parte-i/
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Miembros: 36
Última actividad: Abr 24, 2013
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La Santa Misa es camino a la Santidad personal
El fundamento de nuestra Santidad consiste en tributar a Dios el culto que le es debido.
¿Cuántas veces hemos estado en la Santa Misa y en la hora de la consagración, en vez de hincarnos por reverencia, nos quedamos parados como si fuéramos de igual a igual ? ¿Cuántas veces recibimos a nuestro Sr, sin antes prepararnos a para poder ser dignos de recibirlo en nuestro corazón? Real mente vivimos la Santa Misa? Si tu contestación es si felicidades, pero si dudas en la respuesta será bueno repasar los ritos …………
Para saber aprovechar los grandes frutos espirituales que se nos dan a través
de la Celebración Eucarística, hay que conocerla, entender sus gestos y símbolos y participar en ella con reverencia.
RITOS INICIALES
Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía.
Comprende:
Entrada - Señal de la cruz - Saludo - Acto penitencial - Gloria - Oración colecta.
Procesión de entrada Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.
Saludo inicial Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.
Acto penitencial Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas.
Gloria Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él.
Oración / Colecta Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad.
LITURGIA DE LA PALABRA
Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando.
Comprende
Primera Lectura - Salmo Responsorial - Segunda Lectura - Aleluya - Evangelio - Homilía - Credo - Oración universal.
Primera lectura En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.
Salmo Meditamos rezando o cantando un salmo.
Segunda lectura En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.
Evangelio El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".
Homilía El celebrante nos explica la Palabra de Dios.
Credo Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.
Oración de los fieles Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.
LITURGIA DE LA EUCARISTÍA I .Tiene tres partes: Rito de las ofrendas, Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias en la que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) y Rito de comunión.
Presentación de dones Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas.
Prefacio Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios, al tres veces santo.
Epíclesis El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Consagración El sacerdote hace "memoria" de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús.
El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.
Aclamación Aclamamos el misterio central de nuestra fe.
Intercesión Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los obispos, por todos los difuntos y por todos nosotros.
Doxología El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: "Amén".
Padre nuestro Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.
Comunión Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe.
Oración Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.
RITOS DE DESPEDIDA Son ritos que concluyen la celebración.
Bendición Recibimos la bendición del sacerdote.
Despedida y envío Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones.
Iniciada por Reyna R. Castro Oct 29, 2011. 0 Respuestas 3 Le gusta
La Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que…Continuar
Iniciada por Reyna R. Castro Jun 22, 2011. 0 Respuestas 4 Le gusta
La fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo se celebra el jueves siguiente a la fiesta de la Santísima Trinidad, dentro del tiempo…Continuar
Comentario
No existe verdaderamente nada mas útil para nuestra salvación que este sacramento en que se purifican los pecados, aumentan las virtudes y se encuentra la abundancia de todos los carismas espirituales. Se ofrece en la Iglesia en provecho de todos, vivos y muertos, porque fue instituido para la salvación de todos los hombres.
Santo Tomás
Sermón para la fiesta del Cuerpo de Cristo
Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mi. Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.
Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir.
Eucaristía es una palabra bella. Significa dar gracias por un buen regalo. La vida es regalo, innumerables regalos: comida y bebida para el hambre y la sed de cuerpo y alma, y vestido para la desnudez de cuerpo y alma.
La necesidad hace más valioso el regalo. Del cuerpo y del alma. Me detengo a contemplar la necesidad que tengo, la necesidad que soy. Necesito adiestrarme en el arte de recibir y dar, de dar y recibir, de reconocer, de dar gracias. Necesito derretirme de gratitud.
La vida es regalo, la síntesis de todos los regalos.
¿Quién me la da? Me confundo de hacerme poco o nada esta pregunta. Me abismo de lo poco que sé de él, del que me da la vida. Es infinito el horizonte de su generosidad. ¿Es posible que mi fantasía recorra ese camino, el camino del infinito, del que es infinita generosidad?
La eucaristía, dar gracias por un buen regalo, pertenece a lo más elemental de la vida cotidiana. En la gratitud coinciden urbanidad y teología.
Nada más grato que dar gracias, y también de recibirlas. La gratitud hace la vida deliciosa. Reconocer la generosidad divina ensancha sin medida el corazón. Vengo de la gratitud y voy a ella.
Eucaristía es ofrenda, ofertorio. Vivo de la reciprocidad. Doy lo que me dan, la vida. Dios es amor, pura generosidad. La tierra la toma, la generosidad divina, y la convierte en trigo y en uvas, que el hombre transforma en pan y vino, comida y bebida de salvación.
La eucaristía:
DIOS BAJA, UNA Y OTRA VEZ,
A LA TIERRA
.Gozar de la Eucaristía es sentirnos liberados por un Dios que nos libera, que nos salva, que nos arropa con su gracia y con su poder.No hace falta subir al cielo para estar en íntima comunión con el Señor. En cada altar, por la Eucaristía, cada creyente puede abrazar personal y comunitariamente a ese Jesús que nos trae abundancia de regalos adornados y envueltos en el mismo corazón de Dios: amor, perdón, alegría, paz, serenidad, justicia, etc.
Y, para vivir con sensación de cielo, no es necesario esperar a cerrar los ojos a este mundo para desplegarlos en la otra orilla buscando felicidad. Cuando uno se adentra, intensa y radicalmente en la eucaristía, comprueba que hay unos hermanos que le rodean, que le quieren, que piensan como él y que miran en doble dirección: hacia Dios y hacia la realidad sufriente.
Por ello mismo, la Eucaristía, no solamente es el abrazo deseado por Dios y necesitado por el hombre. La Eucaristía tiene ese otra interpelación que nos invita a mirarnos los unos a los otros, a trabajar los unos por los otros y a construir ese trozo de cielo allá donde, como cristianos, trabajamos, pensamos y vivimos.
Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.
"Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios" (Jn. 6,69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, "camino, verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio" y "ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo por nosotros" (Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21).
Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: "Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos "gemidos inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.
Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o "misterio".
Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.
Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Amén.
Juan Pablo II
YO SOY EL PAN DE VIDA "Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día."
POSTRADO ANTE TI...
Postrado ante Ti, que tanto me has amado, lleno de confusión y de
arrepentimiento, invoco Tu perdón y Tu Misericordia.
Me confundo en Tu presencia, oh mi Dios.
Me arrodillo a Tus pies.
Me postro junto a Ti, oh Jesús, Hostia Divina, Redentor y Salvador
mío, como un día la Magdalena. Y si bien es cierto que soy indigno de
Tu amor, estoy seguro que tendrás para mí, la misma ternura
misericordiosa.
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