La dulzura del Señor.
Sus palabras son más dulces
que la dulce miel,
aunque parezca que te hieran
y te estrujan hasta la piel.
Sus palabras son el néctar
y el zumo de un panal,
al principio te molestan
y parece que hacen mal.
Para aquéllos y aquéllas
que ambicionan un manjar,
los invito a degustar
de su cuerpo hecho pan.
Solo tienes que vestirte
con…
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