“Esta es una generación malvada”

[Jorge Ivan Echavarria]

Con estas palabras responde el Señor a tantos que le pedían una Señal, y que aun teniéndola frente a los ojos, su duro corazón, y su orgullo les impedía iniciar un verdadero camino de conversión. Esas mismas palabras se pueden aplicar hoy a nosotros. En medio de tantas señales  el hombre ha decidido darle la espalda a Dios. Nuestro orgullo nos está llevando a escenarios dramáticos y aún clamando misericordia y viendo la acción de Dios nos cuesta creer.

Ahora el hombre es infeliz por no cumplir sus sueños, infeliz por no llegar a sus metas, infeliz por no tener una vida  plena. Mi abuelito le aterraba llegar a morir en Pecado Mortal, decía que lo más importante era poder vivir agradando al Señor para poder gozar el premio de la vida eterna. O mi abuelito no es de este mundo o como han cambiado los tiempos en tan solo 40, 50, años. Lo triste no es que muchos desconozcan la acción de dios en su vida, que el mundo este patas arriba, que en medio del caos, la pobreza y la zozobra se vea tanta desigualdad y egoísmo.

Lo grave es que todas estas cosas ya no nos interpelan, ya no nos sangra el corazón cuando vemos a un niño pidiendo algo para comer descalzo en la calle. Ya no nos duele el asesinato de uno o de cientos de hombres en un  barrio de nuestro país. Nos da lo mismo el derecho a la vida que el derecho al aborto.

En lugares como España celebran que un grupo de mujeres se desnuden en la capilla de una universidad como signo de protesta y celebran la tolerancia. Pero si un católico defiende a la familia o al matrimonio, está siendo desigual y sectaria. A un acalde lo multaron por darse la bendición en una reunión de trabajo. En África amenazaron con multar a los jugadores que mostraran expresiones de fe en el pasado mundial de football.

La fe no es una postura ideológica, no es para donde vamos; para donde va la gente va  Vicente. Pues Vicente soy yo, y reconozco que muchas veces me dejo llevar por la gente, que  tengo actitudes que en la sociedad son normales pero que no agradan a mi padre Dios. Pero Vicente sabe y reconoce su culpa y como el rey de Nínive me bajo de mi trono de orgullo y superficialidad, me pongo el sayal y ayuno y levanto mi corazón contrito y humillado. Vicente no le da pena arrodillarse, llorar y pedir perdón. Vicente sabe que el hombre en la Cruz es escándalo para muchos, pero para mí y para ti es salvación y amor infinito.

Vicente no necesita ninguna otra señal, si no con humildad y valentía hacer vida el evangelio y volverse señal y escándalo de amor para el mundo.

Jorge Iván Echavarría. Servir es Reinar.