Apóstoles de la Misericordia‏ ----------Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska, "La Divina Misericordia en mi alma", con comentario

[ieda Flavia Analia]

Fragmento del Diario de Santa Faustina Kowalska,
"La Divina Misericordia en mi alma", con comentario

Obedecer. 

560 Jueves. Me sentía muy apremiada para dar comienzo a la obra lo antes posible, según el deseo del Señor. Cuando fui a confesarme, antepuse una opinión mía a la opinión del confesor. En un primer momento no me di cuenta de ello, pero mientras rezaba la Hora Santa, vi. al Señor Jesús (29) con el aspecto que tiene en la imagen y me dijo que comunicara al confesor y a las Superioras todo lo que me decía y exigía. Y haz solamente aquello para lo que recibirás permiso. Y me dio a conocer Jesús, lo mucho que le desagrada el alma arbitraria; en aquella alma me reconocí a mi misma. Advertí en mí la sombra de arbitrariedad, me deshice en polvo delante de su Majestad y con el corazón despedazado, le pedí perdón. Pero Jesús no me permitió permanecer mucho tiempo en tal disposición, sino que su divina mirada llenó mi alma con un gozo tan grande que no encuentro palabras para expresarlo. Y me dio a conocer Jesús que debía preguntarle y consultarle más. De verdad, qué dulce es la mirada de mi Señor. Su mirada penetra mi alma hacia los lugares mas secretos, mi espíritu se entiende con Dios sin pronunciar ni una sola palabra; siento que Él vive en mí y yo en Él. 

Comentario: 

Ya dice la Sagrada Escritura que el hombre obediente cantará victoria. Por eso nosotros, los Apóstoles de la Misericordia, tenemos que tratar de ser más obedientes a nuestros confesores y a las autoridades religiosas, porque a Jesús le gusta que obedezcamos, incluso antes que a nuestras propias ideas y caprichos, hay que prestarle atención a lo que nos aconsejan los sabios, los prudentes, en definitiva, quienes nos guían en la vida espiritual.

Aprendamos de Jesús que no quiso hacer su voluntad sino la voluntad de su Padre, aunque ésta fuera durísima. Y también el Señor obedeció a todos, incluso a sus verdugos, dejándose crucificar y haciendo todo lo que ellos le decían.

El que se guía por sí mismo se hace discípulo de un tonto, dicen los sabios. Y efectivamente todos necesitamos una guía espiritual, que sea avezada en las cosas del espíritu y nos pueda guiar hacia el Cielo, hacia la santidad.

Sólo debemos desobedecer cuando nos manden algo que es pecado, entonces sí que tenemos la obligación de desobedecer, porque hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Pero en otros casos, tratemos de ser obedientes, incluso interiormente obedientes, sin preferir nuestra opinión o modo de ver, a la opinión y modo de ver de nuestro director o superior.

Jesús, en Vos confío.

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